Misterios de un asesinato congrega a dos titanes del cómic, Neil Gaiman, que parece volver por sus fueros en el ámbito del cómic y P. Craig Russell. Narra la historia de un hombre que confiesa que ha «heredado su vida de un muerto» nos retrotrae a Los Ángeles, donde tiene que demorarse por un tiempo. Un encuentro del joven con su vieja amiga Nilla no termina como esperaba e irrumpe en escena un desconcertante extraño que le pide tabaco y le compensa con una historia que sucede muchísimos años antes en el Paraíso, donde él vio la luz de la ciudad de plata en cuanto se produce el primer crimen de la historia. Entonces lo convocan pues él es Raguël, la venganza del señor. Apoyado en uno de los ilustradores más adecuados para su fantasía sutil y sus diálogos tan medidos y precisos, Gaiman desarrolla una historia primorosa en la que retoma sus viejas obsesiones, en especial, su interés por desdibujar las fronteras entre el bien y el mal y entremezclar a hombres y dioses cuyas diferencias no son tantas como pudiera parecer.
La historieta surrealista, pretende acceder a la esencia última de la realidad adentrándose en los campos profundos del pensamiento y dejando a éste libre de toda sujeción racional. Esta nueva apreciación de la realidad lleva a un universo onírico; el del subconsciente, esto permite hablar de una "poética del sueño", capaz de producir obras inquietantes y extrañas, dominadas por la irracionalidad, por la no-lógica y por las técnicas de libre asociación.
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